domingo, 23 de junio de 2013

¿Y si nos hacemos felices?

Cierra los ojos. Relájate. Piensa algo bonito. Recuerda. Respira. Abre los ojos. Mírame sonreír. Esa sonrisa la provocas tú. La provocas tú día a día, con tu simple presencia o con tu simple recuerdo. Día a día vas ganando un cachito más de mí, aunque hoy en día podría decir incluso que soy tuya completa e inevitablemente. No hay marcha atrás. Ha empezado el juego de querernos y de hacernos felices, solo tiene una regla: no hacer daño a tus oponentes. Me gustaría que jugaras conmigo. Prometo no fallarte nunca, darte las mejores noches de tu vida, acompañadas de las mejores tardes y las mejores sonrisas al despertarnos (aún sin abrir de todo los ojos). Prometo intentar hacerte feliz, sean cuales sean las adversidades, y solucionar los problemas juntos. Prometo quererte hasta el punto de no existir mi propia persona y solamente pensar en un nosotros. Y lo más importante y esencial, prometo no hacerte nunca daño, tratarte con cariño en cada momento y pase lo que pase, y hacer que tú estés por encima del resto. ¿Quieres jugar conmigo?

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro.

Yo tengo la suerte de tener más de uno, que afortunada me siento al decir esto. Mis verdaderos amigos no son lo típicos que se cuentan con los dedos de una mano, necesitaría ambas. Puede que haya estudios que demuestren que muchos de esos no son verdaderos, pero yo a todos y cada uno los considero mis hermanos.

Día a día llega a tu vida gente nueva que va ocupando una parte de tu tiempo y de tu corazón, apartando o quitando el sitio a otros que ya tenían su lugar. Así es la vida, a veces se gana y otras se pierde y, evidentemente puedes estar en el grupo de personas que se abren paso entre las demás o te puedes quedar apartado. Demuestra las cosas, ten detalles y permite que la gente confíe en ti. Luego solo espera a que la gente se de cuenta de lo que haces.